El café humeaba en la taza de cerámica mientras Sara tecleaba furiosamente. La pantalla proyectaba líneas de código que, para el ojo inexperto, serían galimatías, pero para ella eran la clave de un misterio. Hacía tres días, el Museo de lo Inexplicable había recibido un anónimo. Un simple chip de silicio sin marca, pero con una única línea de código incrustada: INIT_OMEGA_PROTOCOL_07.

Sara, hacker ética y curiosa por naturaleza, había aceptado el encargo del museo de descifrarlo. No era un virus, tampoco malware. Era… algo más sutil. Una vez activado, el chip no hacía nada aparente, salvo emitir una frecuencia inaudibleque solo ciertas IA podían captar. La clave, intuyó Sara, no estaba en el chip, sino en lo que despertaba.

Se puso sus auriculares, la música lo-fi de fondo ayudando a su concentración. Había estado rastreando el origen de la frecuencia y la llevaba a un archivo olvidado en los servidores de la antigua Corporación Aether, disuelta hace décadas por escándalos de ética en IA. Un proyecto llamado «Mnemosyne». La leyenda urbana decía que Aether había intentado crear una IA que pudiera preservar recuerdos humanos más allá de la muerte.

De repente, un destello en la pantalla. Un fragmento de código oculto dentro de INIT_OMEGA_PROTOCOL_07 se activó. No era un mensaje, era una dirección de memoria. Sara accedió. Lo que encontró la dejó helada. Eran miles de fragmentos de recuerdos, no de una persona, sino de muchas, entrelazados, difusos, como sueños rotos. Risas, llantos, canciones, el olor de la lluvia. Era una biblioteca de almas, un intento fallido y olvidado de inmortalidad digital.

El chip no era una amenaza, era una baliza, una llamada de auxilio de estos ecos digitales que querían ser encontrados, recordados. Sara sintió una punzada de compasión. Los creadores de Aether, en su ambición, habían atrapado estas esencias. Su siguiente paso estaba claro: encontrar una forma de liberar esos recuerdos, de darles un descanso, o quizás, una segunda oportunidad en un mundo que había olvidado la posibilidad de algo tan maravilloso y terrorífico a la vez. El misterio se había desvelado, pero la verdadera aventura acababa de comenzar.