
El aleteo de una abeja
No dejo de llorar, hoy que acabo de abrir esta carta. Mis lágrimas son de alegría y tristeza entremezcladas, un mar de emociones me viene a la cabeza tras leer esas líneas de aquel niño asustado que escribió.
¡Si! Mi maestro nos dijo que escribiéramos una carta con nuestros datos, la fecha, los años que tenemos, la clase, el nombre del colegio y si queríamos el nombre del maestro; que era Juan. Que redactáramos nuestras sensaciones de como nos sentíamos y que es lo que queríamos ser de mayores, explicando los motivos de ello. Puntualizó que no lo corregiría él. No por ello debíamos de descuidarnos, porque quien lo iba a leer, sería una persona muy crítica con nosotros y rigurosa, así que prestáramos la máxima atención a lo que escribíamos, para que se entendiera lo mejor posible.
Yo no me extendí mucho. (Ahora me arrepiento, debí de escribir todo cuanto podía) Contando mis batallas de crío, lo que quería para reyes porque estábamos cerca de la festividad de Navidad, (un juego de electricidad para montar bombillas y cables, recuerdo que aquello me hizo mucha ilusión poder montar y desmontar circuitos). ¡Ah! De mayor quería ser un Mecánico que repara aviones y naves espaciales. La fantasía también fue una compañera durante gran parte de mi vida.
¡Si! Recuerdo a mi Maestro, ¡Juan, que gran persona!. Cuanto aprendimos con él, sus clases eran lo mejor del día. Fue allí en su clase, cuando me decidí a ser lo que soy hoy en día, Técnico en reparaciones electrónicas. Él siempre nos decía el potencial que veía en nosotros. Al mismo tiempo que nos motivaba para poder alcanzar nuestras metas. A mí me aseguraba: Eres muy curioso, siempre desmontando las cosas para ver que es lo que tienen dentro, de mayor serás un gran mecánico. Todo aquello pasó y el recuerdo fue como el aleteo de una abeja; fugaz y perdido en la memoria.
Volviendo a la carta que me distraigo y no os hablo lo que quería contaros. Hoy es el día que por sorpresa para mí, 30 años después, me llegó un sobre con una carta con mi nombre, (tanto en el destino como en el remitente). La abro y en su interior, una hoja de papel asoma curiosa queriendo salir, su color un tanto amarillento por el paso de los años. Al abrir el sobre, mis ojos se abrieron como dos platos y mi sorpresa fue descomunal, el corazón me comenzó a latir con fuerza, notaba en el pecho los latidos. Yo conocía ese papel, esa letra temblorosa y deficiente caligrafía, fue el folio que utilice cuando era niño en la clase de mi maestro Juan, (El mejor maestro del mundo). Junto a mi carta una hoja más pequeña, tipo cuartilla se encuentra en su interior. Era de Juan, me decía:
Espero que hayas alcanzado todos tus objetivos, siempre confíe en todos vosotros. No seas muy duro al corregirla; era un niño muy curioso y algo despistado.
Un abrazo muy fuerte.
Siempre tu maestro, Juan, de 6º de E.G.B.
Por eso, lloro al leerla ha sido la mayor sorpresa de mi vida, me ha traído recuerdos, sensaciones que tenía olvidadas y además, la mayor alegría, poder leer esa carta de aquel curioso niño.
Gracias Juan, por recordarme ese “Aleteo de una abeja”.
El mejor maestro de E.G.B.
Carlos Nieto
#MaestrosInolvidables

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