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Entre pelos

25 de abril de 2021
short coated black and brown puppy in white and red polka dot ceramic mug on green field

Entre Pelos

El día de su llegada a casa fue una gran fiesta. Lo celebramos con bebidas y comida y todos estábamos muy contentos por la llegada de un nuevo miembro de la familia.

No habían pasado más de diez días cuando ya sabíamos que era parte del clan. Debíamos enseñarle todo para que no se perdiera o se escapara sin saber cómo volver a casa. También tuvimos que educarlo para hacer sus necesidades básicas, lo que costó, pero lo logramos. Ya se podía decir que estaba educado y sabía lo que debía y no debía hacer.

Con el tiempo, se convirtió en un miembro más de nuestra pequeña familia. Todas nuestras decisiones debían estar aprobadas por él y sus necesidades, lo que nos causó más de un problema alguna vez. No importaba, porque con esa carita no se le podía negar nada. Sabía muy bien cómo manipularnos.

Lo que no habíamos considerado era vivir rodeados de pelos desde el momento en que llegó. Primero fueron unos pocos en la ropa, pero luego se extendió a diferentes zonas de la casa. Finalmente, no había parte de la casa sin pelos. Podías encontrarlos en cualquier parte, lo que nos causó un trabajo extra con el que no contábamos. Teníamos que limpiar continuamente las zonas que normalmente usábamos, lo que podía ser de 2 a 3 veces al día. Pero eso no importaba. Él siempre tenía esos ojos tristes, como si no hubiera roto nunca un plato, y giraba su cara con expresividad tratando de decir: “¡Si no he hecho nada malo por lo que me tengáis que regañar!”

Al final nos acostumbramos a tener que ir con la ropa llena de pelos, a pesar de tratar de limpiarla y pasarnos el quita pelos antes de salir de casa. Era un ritual que tuvimos que adoptar y mantener con el tiempo.

Pero hoy, él, nos deja después de 13 años con nosotros. La tristeza, la pena, la melancolía, nos abruma, nos oprime y nos deja con los ojos llorosos. Quiero que me llene la casa de pelos, que ladre y salta como solía hacer. Necesito tener que limpiarme la ropa cuando salga de casa y retirar esos simpáticos pelos que solía llevar adheridos a la ropa. No puedo decidir poner fin a su vida, pero es inevitable. No hay solución y no queremos verlo sufrir. Es difícil tener que tomar esta decisión por compasión; sin embargo, es mejor para él. Los veterinarios me dicen que es por compasión, pero es una tortura tener que elegir.

Aunque la decisión es difícil, es la correcta. Espero que en su nuevo hogar, puedas correr, saltar y ladrar fuerte sin restricciones. No te olvides de dejar tu amor, respeto y adoración en forma de pelos.

Esto no es un adiós, sino un hasta pronto.

“Espero verte pronto en un lugar mejor.”

Carlos Nieto

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