Ruidos.
Al haberme criado con mis 3 hermanas, además de mi abuela y mi madre. Siempre había algún grito, portazo, ruidos incesantes procedentes de la cocina. Producidos por mi madre, el sonido de la máquina de coser de mi abuela, realizando sus tareas de costurera. O simplemente los gritos y golpes que cada poco tiempo efectuaban mis hermanas. Discutiendo por algún juguete o cualquier otro motivo.
Me llegué a acostumbrar a ellos.
Fueron aquellos tiempos vividos muy buenos. Era crío, por lo que resultaba más fácil poder ser feliz y no tener miedo a nada. Alguna vez por las historias que daban en televisión, me llegaba a producir cierto desasosiego. Pero como dije antes éramos muchos en casa, y los ruidos y algún grito siempre destacaba sobre la paz del silencio. Para recordarte que no estás solo.
Ahora vivo solo, en mi nueva casa. Más grande que la de niño, una construcción moderna. Con buen acristalamiento, pero eso si vivo solo. Es muy gratificante cuando llegas a casa, y te evades de los escandalosos sonidos y ruidos de la ciudad. Se nota que las construcciones modernas están bien aisladas. De buena calidad; para evitar sonidos del exterior, lo que realmente es de agradecer, llegas cansado y con ganas de tener paz y serenidad.
Últimamente estoy algo preocupado, pues se vienen repitiendo esos sonidos de mi infancia por toda la casa, llega a resultar molesto y aveces incluso sobrecogedor.
En una reunión vecinal. Expuse el tema de los ruidos. Estaba claro que eran producidos por algún vecino que se habría traído a toda la chiquillería del barrio a vivir a su casa. Pues no tenía otra explicación. Ya que la última noche fue realmente estremecedora. Parecía que estuvieran dentro de mi habitación todos allí juntos.
Realmente me quedé sobrecogido cuando me dijeron que solo estaba yo viviendo en el bloque. Que desde hace unos meses se fueron marchando los vecinos; pues estaban asustados de lo que venía sucediendo en los pisos.
Eso sí que me dejo helado.
Al volver a casa nuevamente. Tras la reunión mantenida con unos pocos vecinos. Se habían acercado para hablar sobre la reparación, de unas grietas en la fachada. A pesar de no estar viviendo allí, no quieren que se deteriore su propiedad.
Me insistieron que me marchara de ese lugar. Que hiciera como ellos que la pusiera en venta, que algunos estaban recibiendo unas ofertas realmente tentadoras.
No preste mucha atención a lo que me decían. Mi cabeza estaba solo pensando en tirarse al sofá y relajarme. La noche anterior no me dejaron dormir.
Nada más entrar en casa me sobresalté, al ver en el fondo a unos críos corriendo por el pasillo. El cuerpo se me fue hacia atrás, dirección a la puerta nuevamente. Pero yo pensé, estás sugestionando con lo que te han contado. Seguro que no es nada, me decía a mí mismo. Total, que me adentre tratando de averiguar lo que había visto. Si era o no imaginación mía, lo que me confirmo, lo que suponía. No había nadie y era todo producto de mi cabeza.
Esa noche fue muy tranquila y dormí muy bien. Descansé lo que no pude la noche anterior. Me dispuse a levantarme de la cama y prepararme el desayuno. Cuando estoy sentado en la mesita de la cocina tomando el café y leyendo las noticias en el móvil. Justo detrás de mí se oye un sonido característico de una máquina de coser. Me giro rápidamente tratando de averiguar de donde sale y que lo produce. Por un instante consigo ver entre la puerta de la cocina y la del salón, ¡una señora!. Cosiendo a máquina sentada en el fondo junto a la ventana. Me levanto veloz y me dirijo hacia allí, lo imaginable ocurrió, una vez me adentro en el salón, confirmo que no hay nadie.
De regreso a casa, ya tarde hoy, en el trabajo, me tuvieron entretenido con un cliente y no había forma de terminar con él. Me encuentro la casa al entrar helada, parecía un congelador. Miro por todas partes tratando de averiguar el motivo por el que está tan fría la casa, pero no hallo ningún motivo. Total decido encender la calefacción a tope, para contrarrestar el helor que hay en el interior de la casa.
Pasada una hora ya cenado y relajándome en el sofá. Se comienza a oír unos gritos de niñas como si estuvieran peleando. Me levanto esta vez enfurecido y voy lo más rápido que puedo en dirección al cuarto de donde proceden esos sonidos. Abro la puerta de un golpe, miro en todas direcciones y no hay nadie. Me enfurece la situación, pues no hacen más que molestarme esos sonidos y preguntarme de donde leches provienen.
No se vuelven a oír en toda la noche, vuelve a ser tranquila.
Hoy es sábado y no trabajo, lo dedicaré a mis hobbys. Me levanto, voy hacia la cocina con la intención de prepararme un buen desayuno, pero la sorpresa es mayúscula. No estoy en mi casa, estoy en la mía de niño.
Veo a mi madre en la cocina preparando el desayuno, mis hermanas. Están ahí jugando y alborotando, no sé qué ha pasado, como es que esto aquí. Me miro las manos y son las de un niño. Me voy corriendo al espejo del baño a mirarme y ¡sí!. Soy un niño otra vez, me voy corriendo a la cocina tratando de explicarle a mi madre lo que está sucediendo. Mi madre me mira con cara de preocupación, y llama a mi padre, se acercan y hablan entre ello. Se aproxima a mí y me dice con una voz muy calmada, ¿Juan, que estás volviendo a oír ruidos? Acuérdate que acabas de salir del sanatorio y dijiste a los médicos que ya estabas bien. Si continúas diciendo que eres mayor, te encerraran para siempre.
Los sonidos se alejaron, y volví a vivir de niño otra vez.
Carlos Nieto
Os dejo uno más, es muy corto, pero creo que vale la pena leerlo.
Esta misma mañana al levantarme de la cama, volvieron otra vez esos golpeteos en los cristales de la ventana de mi cuarto, suenan tal como si llamaran a la puerta, pero desde la ventana.
Desde hace más de una semana se vienen produciendo, pero cuando retiro la cortina para ver que es, solo se ve la calle, allí abajo, pues vivo en un piso 12.
Carlos Nieto.

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