La leyenda de Hachishakusama: La mujer de los ocho shaku

Niño jugando en campo de arroz al atardecer, con la figura alta y fantasmal de Hachishakusama al fondo Relatando.com

La leyenda de Hachishakusama:

La leyenda de Hachishakusama: La mujer de los ocho shaku

En un pequeño pueblo rural de Japón, rodeado de campos de arroz y montañas silenciosas, existe un susurro que los ancianos comparten en voz baja. Hablan de Hachishakusama, una figura alta, imponente y aterradora que ronda las aldeas en busca de niños para llevárselos. Su nombre significa «la mujer de ocho shaku», ya que mide aproximadamente 2,40 metros (ocho shaku, una antigua unidad japonesa). Pero no es solo su altura lo que la hace aterradora; su presencia está envuelta en un aura de misterio y muerte.Se dice que Hachishakusama aparece siempre vestida con un kimono blanco o un vestido largo y sombrero ancho. Su rostro es borroso, como si estuviera cubierto por una sombra perpetua, y lo único que delata su presencia es el sonido inquietante que emite: un «po… po… po» grave y monótono, como si fuera el eco de una campana hueca. Este sonido es una advertencia: si lo escuchas, puede ser demasiado tarde.

La historia de Akio

Hace años, un niño llamado Akio vivía con sus abuelos en una aldea tranquila. Una tarde de verano, mientras jugaba en el jardín trasero, vio algo extraño entre los árboles: una figura alta, demasiado alta para ser humana. La mujer llevaba un sombrero ancho y parecía observarlo desde la distancia. Aunque sintió un escalofrío recorrer su espalda, Akio pensó que era solo su imaginación y volvió a jugar.Esa noche, mientras cenaban, Akio mencionó lo que había visto. Sus abuelos se miraron con preocupación. El abuelo le preguntó:
—¿Hacía algún sonido?
Akio asintió lentamente.
—Sí… hacía algo como «po… po… po».El rostro del abuelo se tornó pálido. Sin decir una palabra más, cerró todas las ventanas y puertas de la casa y colocó amuletos protectores alrededor del hogar. Luego le explicó a Akio que había visto a Hachishakusama, una entidad maligna que se lleva a los niños. Nadie sabe exactamente qué les hace, pero aquellos que desaparecen nunca regresan.

Akio, un niño de 7 años, se cruza con Hachishakusama en un campo de arroz, La leyenda de Hachishakusama. Relatando.com
Akio, un niño de 7 años, se cruza con Hachishakusama en un campo de arroz, inicio de una leyenda de terror japonesa. Relatando.com

El ritual para salvarlo

Al día siguiente, los abuelos contactaron a un monje local para realizar un ritual protector. El monje explicó que Hachishakusama había fijado su atención en Akio y que debían actuar rápido para salvarlo. Prepararon una habitación sellada con sal en cada esquina y le ordenaron al niño que no saliera bajo ninguna circunstancia hasta el amanecer.Mientras Akio estaba encerrado, escuchaba el inquietante «po… po… po» cada vez más cerca. A veces parecía venir del techo; otras veces, desde la ventana sellada. Incluso creyó escuchar la voz de su madre llamándolo desde afuera, pero sabía que no debía abrir la puerta.Cuando finalmente llegó el amanecer, el monje regresó para llevar a Akio lejos del pueblo. Le advirtió que nunca mirara hacia atrás mientras viajaban. Con lágrimas en los ojos, Akio dejó atrás a sus abuelos y su hogar para siempre.

El final incierto

La familia de Akio se mudó lejos del pueblo y nunca más volvieron a hablar de lo sucedido. Sin embargo, algunos dicen que Hachishakusama sigue rondando las aldeas rurales en busca de nuevas víctimas. Su sonido característico aún puede escucharse en noches tranquilas: «po… po… po». Esta leyenda no solo es aterradora por la figura sobrenatural en sí misma, sino también por cómo juega con el miedo infantil al abandono y la impotencia frente a lo desconocido. ¿Qué harías tú si escucharas ese inquietante sonido?


El simbolismo detrás de Hachishakusama

Hachishakusama puede interpretarse como una representación del miedo a lo desconocido, a lo inevitable y a la pérdida. Su figura alta y desproporcionada, junto con su sonido monótono «po… po… po», evoca una sensación de incomodidad que desafía nuestra percepción de lo normal. Es un recordatorio de que hay fuerzas en el mundo que no podemos comprender ni controlar.Además, su fijación por los niños puede simbolizar la fragilidad e inocencia de la infancia, y cómo estas cualidades pueden ser vulnerables frente a peligros invisibles. La historia de Akio nos muestra cómo los adultos (en este caso, los abuelos y el monje) intentan proteger a los más jóvenes frente a amenazas que ellos mismos no pueden enfrentar directamente. Esto refleja un tema recurrente en muchas culturas: el deseo desesperado de proteger a las generaciones futuras, incluso cuando el peligro parece insuperable.

La conexión con las raíces culturales japonesas

En Japón, las leyendas como esta suelen estar profundamente arraigadas en las creencias tradicionales sobre los yokai (criaturas sobrenaturales) y los espíritus. Estas historias no solo buscan asustar, sino también transmitir enseñanzas o advertencias. En este caso, Hachishakusama podría ser vista como una advertencia para los niños sobre los peligros de aventurarse solos o desobedecer las reglas familiares.El ritual protector con sal y amuletos también refleja la importancia de las prácticas espirituales en la cultura japonesa, donde se cree que ciertos objetos o ceremonias tienen el poder de repeler el mal. Este aspecto añade una capa de esperanza dentro del terror: aunque las fuerzas oscuras existan, hay formas de protegerse contra ellas mediante fe y tradición.

Lo que inspira esta leyenda

La historia de Hachishakusama nos invita a reflexionar sobre nuestros propios miedos y cómo enfrentarlos. Nos recuerda que el terror no siempre proviene de lo visible; a menudo es lo desconocido, lo inexplicable, lo que más nos asusta. También nos inspira a valorar las conexiones familiares y comunitarias: en momentos de peligro o incertidumbre, son nuestras relaciones cercanas las que nos ofrecen consuelo y protección.Por último, esta leyenda demuestra el poder duradero del folclore para cautivar e influir en las generaciones modernas. Aunque Hachishakusama es una figura ficticia, su impacto emocional es real. Nos hace cuestionarnos qué otros misterios podrían estar acechando justo fuera del alcance de nuestra comprensión. En definitiva, Hachishakusama no es solo un cuento para asustar; es una ventana hacia los temores colectivos y las creencias espirituales de una cultura rica en tradiciones. Y quizá eso sea lo más aterrador: que detrás del mito siempre hay algo profundamente humano.

Por cierto, ¿a quién no le gusta una buena historia de terror? Compártela en tus redes.

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