Divagaciones de dos.
Los dos hombres se encuentran sentados en una habitación con poca luz, con una mesa en el centro con algunos objetos dispersos. Uno de ellos comienza a hablar, con una voz grave y profunda:
¿Por qué crees que somos como somos? ¿Por qué hacemos lo que hacemos?
El otro hombre lo mira fijamente y responde:
No lo sé, tal vez sea parte de nuestra naturaleza, de nuestro ser más primitivo.
Pero entonces, ¿por qué hay personas que no son como nosotros? ¿Por qué hay gente que puede vivir sin matar?
Supongo que cada uno tiene sus propias motivaciones, sus propios deseos y necesidades. Nosotros simplemente seguimos los nuestros.
¿Y qué te motiva a ti? ¿Qué te lleva a hacer lo que haces?
No lo sé, quizás sea la adrenalina, la sensación de poder y control sobre la vida de los demás. O tal vez simplemente estoy loco.
¿Loco? ¿Crees que estamos locos?
No lo sé, a veces me pregunto si hay algo mal en nuestras cabezas. Pero al mismo tiempo, me siento vivo cuando hago lo que hago.
La conversación continúa durante horas, mientras los dos hombres debaten sobre los misterios de la vida y las razones detrás de sus acciones. A pesar de que su comportamiento es peligroso y criminal, hablan con cierta lucidez y perspicacia sobre sus propias motivaciones.
Sin embargo, a medida que avanza la noche, la conversación se torna más oscura y deprimente. Comienzan a hablar sobre los horrores que han cometido y las personas que han lastimado. Se dan cuenta de que están atrapados en esa habitación, solos y encerrados, por sus propias acciones.
La conversación se vuelve más tensa y angustiante, mientras los dos hombres se dan cuenta de que no tienen escapatoria. Empiezan a discutir sobre la posibilidad de ser perdonados o redimidos por sus acciones, pero la idea les parece absurda.
Finalmente, la conversación se detiene abruptamente, mientras ambos hombres se quedan en silencio, enfrentándose a su destino.
Los dos hombres permanecen en silencio durante un momento, hasta que uno de ellos toma la palabra de nuevo:
A veces me pregunto qué hubiera sido de mi vida si no hubiera tomado este camino. Si hubiera sido una persona normal, con una familia y un trabajo.
El otro hombre lo mira con sorpresa, y le responde:
Yo también he pensado eso muchas veces. A veces me siento como si hubiera tomado la decisión equivocada, como si hubiera perdido el control de mi vida.
La conversación se vuelve más introspectiva y profunda, mientras ambos hombres reflexionan sobre sus vidas y las decisiones que han tomado. Hablan sobre las personas que han conocido, las oportunidades que han perdido y las emociones que han sentido a lo largo del camino.
A pesar de que son psicópatas asesinos, los dos hombres parecen tener inquietudes similares a cualquier persona. Hablan sobre la soledad, el miedo al futuro y la búsqueda de significado en sus vidas.
A veces me pregunto si hay algo mal en mí, si hay algo que no funciona bien en mi cabeza – dice uno de ellos con tristeza.
No creo que haya nada malo en ti – responde el otro – Todos tenemos miedos y debilidades, lo importante es aprender a lidiar con ellos.
La conversación continúa durante horas, mientras los dos hombres se adentran en los recovecos más oscuros de sus mentes. Hablan sobre sus temores más profundos, sus inseguridades y sus esperanzas para el futuro.
A pesar de que sus acciones son atroces y peligrosas, los dos hombres parecen tener una complejidad psicológica que los hace más humanos de lo que podrían parecer a primera vista.
A veces me siento como si hubiera perdido el control de mi vida – dice uno de ellos con tristeza.
Todos perdemos el control de vez en cuando – responde el otro – Lo relevante es encontrar el camino de vuelta y seguir adelante.
La conversación se vuelve más esperanzadora y positiva, mientras los dos hombres hablan sobre las posibilidades de redención y cambio. Aunque saben que sus acciones tienen consecuencias graves, parecen estar dispuestos a enfrentar el futuro con valor y determinación.
Tal vez haya una manera de cambiar las cosas – dice uno de ellos con una sonrisa – Tal vez haya una manera de encontrar la paz.
La conversación continúa durante el resto de la noche, mientras los dos hombres exploran los misterios de la vida y las posibilidades de cambio. Aunque saben que sus acciones han sido atroces y peligrosas, parecen estar dispuestos a enfrentar el futuro con coraje y esperanza.
Los dos hombres continúan hablando sobre las posibilidades de cambio y solución a sus problemas. Parecen haber encontrado una especie de conexión y consuelo mutuo en la conversación, y su esperanza parece estar creciendo a medida que hablan.
Tal vez haya una forma de escapar de todo esto – dice uno de ellos con determinación – Tal vez haya una manera de encontrar la libertad.
Sí, creo que tienes razón – responde el otro hombre – Hay siempre una solución, solo hay que encontrarla.
Los dos hombres continúan explorando las posibilidades de cambio y solución, y sus ánimos parecen estar mejorando a medida que hablan. Parecen estar dispuestos a enfrentar cualquier obstáculo con osadía y coraje, y su esperanza parece estar creciendo a medida que hablan.
Tal vez podamos encontrar una manera de salir de aquí – dice uno de ellos con una sonrisa – Tal vez podamos encontrar una manera de empezar de nuevo.
Sí, creo que es posible – responde el otro hombre – Solo tenemos que ser pacientes y perseverantes.
Los dos hombres continúan hablando durante horas, explorando todas las posibilidades y oportunidades que se les presentan. Aunque saben que sus problemas son graves y complejos, parecen estar dispuestos a enfrentarlos con valentía y confianza.
Mientras continúan hablando, uno de los hombres se fija en un pequeño objeto de metal incrustado en la pared de la celda. Parece afilado y brillante, y llama la atención del hombre de inmediato.
Mira esto – dice el hombre, señalando el objeto – ¿Qué crees que es?
Parece un trozo de metal afilado – responde el otro hombre, examinándolo con detenimiento – ¿Crees que podríamos sacarlo de la pared?
Tal vez podríamos intentarlo – sugiere el primero – Podría ser útil tener algo afilado como esto a mano.
Los dos hombres se acercan a la pared y empiezan a intentar sacar el objeto de metal con sus propias manos. Al principio, parece resistirse, pero finalmente, con un tirón brusco, consiguen liberarlo de la pared.
Este objeto podría ser útil – dice el primer hombre, mirando el objeto afilado con determinación – Podríamos utilizarlo para defendernos, o incluso para intentar escapar.
Sí, pero también podríamos utilizarlo para hacernos daño – responde el otro hombre, mirando al primero con cierta tensión – No creo que sea una buena idea tener algo así en nuestras manos.
Los dos hombres se quedan en silencio, mirándose el uno al otro con cierta tensión. Aunque están conectados por la conversación, parece que el objeto afilado ha creado un cierto grado de tensión entre ellos. No saben exactamente lo que puede pasar a continuación, pero ambos parecen estar preocupados por lo que puede ocurrir.
Los dos hombres continúan mirándose en silencio, sin saber qué decir después de haber sacado el objeto de metal de la pared. Sin embargo, después de un momento de incertidumbre, uno de ellos decide cambiar de tema.
¿Te acuerdas de cuando éramos niños? – pregunta, tratando de desviar la atención del objeto afilado – Era todo tan diferente entonces.
El otro hombre asiente, y por un momento, la tensión entre ellos parece disminuir. Empiezan a hablar sobre su infancia, recordando momentos felices y tristes de su juventud. Hablan de las personas que conocieron y de las cosas que hicieron, y poco a poco, parecen olvidarse del objeto de metal que está en sus manos.
Sin embargo, de vez en cuando, el objeto vuelve a aparecer en la conversación, como si fuera una patata caliente que se pasan el uno al otro. Uno de ellos lo mira con cierta fascinación, mientras el otro lo sostiene con precaución. Parece que ninguno quiere quedarse con el objeto demasiado tiempo, como si sintieran que es peligroso y que podría hacerles daño.
A pesar de todo, la conversación sigue avanzando, y los dos hombres hablan sobre sus vidas y sus experiencias de una manera más abierta y sincera que antes. Parece que han encontrado una forma de conectarse entre ellos, y que están dispuestos a hablar de cualquier cosa con tal de mantener la conversación.
¿Te acuerdas de cuando jugábamos juntos en el parque? – pregunta uno de ellos, con una sonrisa nostálgica – Era tan divertido.
Sí, era genial – responde el otro hombre, también sonriendo – Ojalá pudiera volver a esos tiempos.
La conversación continúa durante horas, y aunque el objeto afilado sigue presente en sus manos, parece que han encontrado una forma de dejarlo a un lado y centrarse en el presente. Por un momento, olvidan que están encerrados en una celda, y se sienten como dos amigos que han encontrado una forma de conectarse de nuevo después de mucho tiempo.
Los dos hombres se quedan en silencio cuando los carceleros entran en la habitación. Miran a los guardias con desconfianza, preguntándose qué es lo que está pasando.
Venimos a llevaros ante el juez – dice uno de los guardias, con una voz fría y autoritaria.
Los dos hombres intercambian una mirada nerviosa, y por un momento, parece que van a ceder a la autoridad de los guardias. Sin embargo, en un instante, todo cambia. Uno de ellos habla entre susurros con el otro, y con un gesto rápido, el objeto afilado que habían estado sosteniendo todo el tiempo se clava en el cuello del guardia más cercano.
El segundo guardia intenta inmovilizar al otro hombre, pero es demasiado tarde. Los dos psicópatas se abalanzan sobre él con una ferocidad inconmensurable en los ojos, y empiezan a atacarle con el objeto afilado. Se escuchan gritos y gemidos, y por un momento, parece que los dos hombres han perdido toda cordura.
Una vez los guardias caen abatidos, los dos hombres se quedan en silencio, mirando a su alrededor con una mezcla de satisfacción y miedo. Saben que han cruzado una línea que nunca podrán volver a atrás, pero también saben que ahora tienen una oportunidad de escapar.
Se dirigen hacia la puerta con paso firme, sin decir una palabra entre ellos. Saben que tienen que actuar rápido antes de que lleguen refuerzos, y están dispuestos a hacer lo que sea necesario para escapar. El futuro es incierto, pero por ahora, lo único que importa es sobrevivir.
Una vez fuera de la celda, ambos se pusieron de acuerdo para actuar con rapidez y tomar las armas de los guardias, además de cambiar sus ropas para evitar ser reconocidos. Una vez listos, salieron por las escaleras del fondo y llegaron a la zona de los juzgados sin que nadie se diera cuenta de su presencia. En la calle, uno de ellos interrumpió la caminata para hablar del último asesinato cometido, lo que provocó una acalorada discusión entre ambos.
¿Cuál de ellos? – respondió el otro con cierta ironía en su voz.
El que hiciste en la plaza del centro de la ciudad, justo en frente del bar. Ese me hubiera gustado hacerlo a mí.
¿En serio? – dijo el otro con sorpresa-. ¿Por qué?
Porque era un reto, una situación complicada con mucha gente alrededor. Me encanta ese tipo de situaciones, es cuando me siento más vivo.
Bueno, yo prefiero algo más sencillo. No necesito que haya mucha gente alrededor, solo que sea alguien que merezca morir.
Sí, eso lo entiendo. Pero a mí me gusta sentir la adrenalina de la situación, el peligro que conlleva.
Sí, eso te comprendo – dijo el otro asintiendo-. Pero al final lo importante es que hicimos lo que teníamos que hacer y seguimos siendo libres.
Sí, eso es lo que importa – dijo el otro con una sonrisa en el rostro.
De repente, se dieron cuenta de que habían estado hablando demasiado alto, y algunas personas que pasaban por la calle los estaban mirando con extrañeza. Así que decidieron seguir su camino hacia la libertad, manteniendo un perfil bajo y tratando de no llamar la atención.
Después de una discusión acalorada sobre su último asesinato, los dos fugitivos fueron encontrados en un piso por la policía debido al escándalo que montaron, cayendo de nuevo en manos de la justicia. Esta vez, no se dejaron coger fácilmente y hubo un largo tiroteo con los agentes de la autoridad, pero finalmente, acabaron abatidos por los disparos.
Los cuerpos de los dos psicópatas fueron llevados a la morgue para la autopsia. Una vez allí, los médicos forenses examinaron las heridas y determinaron que las balas que causaron la muerte de los fugitivos fueron disparadas por ellos mismos, como un macabro y sorprendente final para los dos.
Según los informes, los dos hombres se habían disparado mutuamente en una especie de pacto suicida, después de darse cuenta de que ya no tenían escapatoria. La policía y los vecinos del lugar se sorprendieron ante la noticia, ya que no se esperaban un final tan trágico y sangriento para la caza del dúo criminal.
Finalmente, la investigación concluyó que los dos fugitivos habían tomado la decisión de acabar con sus vidas antes de ser capturados y enfrentar la justicia por sus crímenes. Un triste final para una historia de violencia y crimen que sacudió a toda la comunidad.
Carlos Nieto