La maldición del espejo, una pesadilla que nunca termina.
La misma pesadilla cada noche, los golpes incesantes en el cristal que me obligan a levantarme de la cama. El origen siempre es el mismo: el espejo maldito que aquella anciana me regaló en el mercadillo.
He intentado deshacerme de él varias veces, pero siempre reaparece en su lugar de siempre. Incluso lo arrojé al contenedor de reciclaje, pero al volver a casa, ahí estaba de nuevo, colgado en la pared del baño.
La ira me consume, y hoy decidí poner fin a esta pesadilla de una vez por todas. Puse anuncios en internet para regalarlo, sin importarme quien lo quisiera, solo deseaba que saliera de mi casa.
Justo cuando los interesados llegaron a mi casa para recoger el espejo, un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí un presentimiento espeluznante en mi interior. Al observar sus rostros, pude ver el mismo reflejo de maldad en sus ojos que veía en mi propia imagen reflejada en el espejo.
Con un temor inmenso, les entregué el espejo y los vi partir de mi casa. Pensé que finalmente me había librado de la maldición del objeto, pero estaba lejos de la verdad.
Esa misma noche, desperté en medio de la oscuridad por los mismos golpes en el cristal de la ventana. Aterrorizado, me levanté de la cama y me asomé a la ventana para ver qué estaba sucediendo.
Lo que vi me heló la sangre en las venas. En la calle, justo debajo de mi ventana, estaba el grupo de personas que se habían llevado el espejo, parados en un círculo alrededor del objeto.
De repente, una luz brillante salió del espejo y los envolvió a todos, incluyéndome a mí. Grité en vano, intentando desesperadamente escapar, pero era como si hubiera quedado atrapado en un mundo de espejos.
Después de unos segundos, la luz se desvaneció y los gritos de terror llenaron la noche. Me asomé por la ventana y vi que los cuerpos de los compradores yacían en el suelo, ensangrentados y destrozados, mientras que el espejo brillaba en el centro del círculo, como si hubiera absorbido sus almas.
Supe entonces que nunca podría deshacerme del espejo, y que estaría condenado a sufrir su maldición por toda la eternidad. La única opción que me quedaba era aceptar mi destino y unirme al círculo de almas atrapadas en su reflejo.
Pasado un tiempo.
Una noche, el hombre se despertó sobresaltado por un ruido extraño. Al principio pensó que era solo su imaginación, pero luego escuchó los golpes en el baño. Sabía que era el espejo ¡otra vez!. Corrió al baño, abrió la puerta y allí estaba el espejo, en el suelo, con la superficie rota y astillada.
En la oscuridad, el hombre vio una figura borrosa dentro del espejo. La figura parecía estar moviéndose, como si fuera un ser vivo dentro del cristal. De repente, el espejo se rompió en pedazos y un espectro siniestro surgió de su interior.
La figura flotaba en el aire, suspendida por un instante antes de deslizarse hacia el hombre. Con un rugido ensordecedor, el espectro se apoderó del hombre y lo arrastró hacia el espejo roto. El hombre luchó, intentando escapar del agarre frío y huesudo del espectro, pero fue inútil. Fue absorbido por el espejo, y se desvaneció en la oscuridad.
Al día siguiente, los vecinos llamaron a la policía después de no ver al hombre en su casa durante varios días. Cuando los agentes llegaron, encontraron el baño destrozado, con vidrios rotos esparcidos por todas partes y manchas de sangre en el suelo. Pero lo más espeluznante fue lo que encontraron en la pared del baño, donde el espejo solía estar, se encontraba la cabeza de la persona que buscaba, colgada y mirando a modo de reflejo de quien se ponía delante.
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